sábado, 3 de septiembre de 2016

El ‘Scorpión’ enseña sus mañas


El campeón peruano y sub-campeón sudamericano de muai thai está listo para compartir todo lo que aprendió.





“Mantén la calma”, me recomienda Daniel ‘El Scorpión’ Garro mientras intento dar una patada frontal. El campeón nacional y sub campeón sudamericano de muai thai se mantiene sereno antes, durante y después de la demostración para esta historia. “La calma y los reflejos son fundamentales cuando te enfrentas en un combate”, afirma.

Daniel tiene 30 años, es natural de Huacho, Lima, y parecía estar destinado al fútbol, al que se dedicó desde los 15. “Jugué en el Unión Huaral y en el León de Huánuco”; pero a partir de los 20 años, el box y las artes marciales comenzaron a seducirlo, se involucró con ellas y decantó en el método de pelea originario del antiguo reino de Siam, hoy Tailandia, y que fue creado como una alternativa de combate cuerpo a cuerpo en las guerras tribales y reales en la península indochina.
De hecho, no se podía aspirar a gobernar si no se había ganado una competencia de muay borang, antecedente del muay thai.

En la actualidad se le considera un deporte extremo de contacto, y eso demanda que el o la participante se concentre en lo que está haciendo, controle sus reflejos, sepa mantener la calma y sea capaz de resistir el esfuerzo tanto a nivel de agilidad como de potencia. No es secuencial, sino integral y simultáneo.
“Primero te debes acondicionar físicamente”, recomienda Daniel Garro; “entonces poco a poco comienzas a entrenar los movimientos hasta darles fluidez, como si estuvieras bailando”.

El aprendizaje de la técnica también requiere que apliques algo de Física, desde la postura inicial de ataque para que tu centro de gravedad esté en el lugar correcto a la hora de patear, puñetear, acodar, bloquear al oponente o hacerle perder el equilibrio y dejarle fuera de combate.

“Yo mismo me he enfrentado con unos ‘toros’”, cuenta Danniel, explicando que, si bien para efectos de competencia hay clasificación por pesos, esto es relativo a la hora de cada combate. “Es más maña que otra cosa”, reitera mientras trata de que le pierda miedo al dolor (sus canillazos duelen en mi muslo), o me enseña cómo hacerle abandonar su propio centro de gravedad  reforzando el mío en mi propio talón y girando mi otra pierna como un compás.


Con su metro 80 y 70 kilos de peso (yo, metro 67 y 70 kilos de peso), tiene la agilidad (y la experiencia) a su favor), pero eventualmente cada combatiente tiene que aprender a convertir sus desventajas en oportunidades en una fracción de segundo.

Aparte que la actitud de Daniel genera tanta confianza que provoca aprender. En efecto, el Scorpión está dando clases en la academia AWKA de la ciudad de Piura, por si alguien desee ganar potencia, resistencia y agilidad mental, ya que por lo menos a mí me quedó claro que combatir sin una estrategia es lo mismo que perder peso o ganar masa sin un control de la dieta.
Por cierto, el apelativo se lo puso uno de sus primeros entrenadores. “En el ‘sparring’ yo solía  hacer una patada proyectando mis pies por encima de la espalda”, y ese fue su sello personal.

Cuando intentó tener como mascota a un escorpión de verdad, terminó con una guardería de alacranes, y cuando quiso aumentar la familia, trajo a otro animal que se comió al primer inquilino y luego se escapó. Desde entonces, desistió la crianza de cualquier artrópodo; pero su apelativo quedó grabado en uno de los tantos tatuajes que decoran su cuerpo, y que ha paseado en torneos tanto en Perú como en Chile.


Post-producido por Sheyla Benavente.


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