domingo, 8 de marzo de 2015

Hidratación y algo más





El agua es buena tanto por dentro como por fuera. No es broma, ni doble sentido.
Para quienes entrenamos, el consumo de agua es irrenunciable, pues todos los días debemos hidratarnos, y la primera razón es que nuestro cuerpo es agua en su 70%; por ejemplo: sangre, otros fluídos, tejidos internos, células de todos los tipos y hasta la piel.
Está claro que el consumo diario de agua que debemos tener es de dos a tres litros. Como referencia, se suele decir que cuatro vasos equivalen a un litro.
Especialistas que consultamos precisan que esta cantidad debe ser únicamente ese líquido. La que contienen los alimentos, especialmente las frutas ricas en ella (como la sandía), no entran en el conteo sino en las raciones de tu dieta, dependiendo de si recién te inicias o si ya tienes tiempo entrenando.
Mas bien, el agua y los alimentos son una excelente combinación, porque se transportan más rápidamente, y favorece que tu cuerpo elimine al máximo todo aquello que ya no necesita y que mas bien puede hacerte daño; esto quiere decir que es buena para el metabolismo de los alimentos, además de regularizar las funciones de excreción (Sudor, orina, heces).
En ese sentido, también el agua permite que el trabajo de ciertos electrolitos, o minerales que mejoran las funciones del cuerpo como el potasio (K) y el magnesio (Mg), se realice correctamente.
El K y el Mg están en los alimentos que consumes; el agua hace más fácil su transporte a través de la sangre, evitando el desgaste muscular.
Claro que esto solo ocurre si tu ciclo de dieta y ejercicio son adecuados.
Asimismo, el agua es clave a nivel microscópico para que las células de tu cuerpo realicen todas sus funciones en los tiempos adecuados.
Otro punto en el que coinciden los especialistas en salud es que te hidrates durante todo el día para que tus riñones estén purificando la sangre de manera constante.
“Si solo lo haces una vez al día, vas a terminar dañándolos porque habrá un momento en que no tengan cómo filtrar la sangre y termines acumulándoles trabajo; entonces, se enfermarán”, nos explicó uno de ellos.

Agua y musculación | Si  estás desarrollando entrenamiento para incrementar masa muscular, es obligatorio que consumas agua.
Su función principal es favorecer el crecimiento muscular. No es que el agua reemplace a la proteína, pero sí la ayuda a ser más rápidamente absorbida por el organismo, como ya lo contamos arriba.
Es importante que te hidrates a lo largo del día, pero con mayor cuidado antes de entrenar, durante el entrenamiento y tras él.
La primera ‘carga’ debe realizarse 20 minutos antes; luego durante tus descansos entre serie y serie o entre ejercicio y ejercicio. Cuando acabe tu sesión, debes hidratarte de inmediato.
Debido a que vas a sudar, necesitas reponer todo el líquido que pierdes para evitar que el cuerpo se fatigue con mayor rapidez, y te canses de inmediato. Si te cansas, no podrás rendir en tu rutina.
“es como si a un carro le pones gasolina pero olvidas el aceite”, nos compara un especialista. “Tarde o temprano, la máquina se fundirá!.
Esta apreciación médica contradice a la de varios instructores quienes recomiendan no tomar agua durante el entrenamiento. Y preferimos creerle a los médicos.
Cabe recordar que la sudoración es el proceso mediante el que nuestro cuerpo conserva la temperatura ideal para funcionar correctamente, es decir 36°C.
Hay bebidas especializadas para deportistas que te prometen rehidratación inmediata. Publicaciones orientadas a consumidores en Estados Unidos han indicado que solo se las beba siempre y cuando hayas realizado actividad física intensa, debido a que son ricas en carbohidratos. Si los ingieres, y no los necesitas, terminarán acumulándose en tu organismo como tejido que no necesitas.
Otro consejo que dan es que elijas las que no tienen color, ya que las sustancias que se lo dan podrían jugarte otros problemas de salud a la larga.

¿Cómo rehidratarte? | Ya dijimos que el agua es lo esencial para rehidratarte. Aunque las bebidas, jugos, frutas y hasta ciertos alimentos sólidos la contienen, no cuentan en tu cuota diaria. Nunca lo olvides.
A continuación, algunas reglas que siempre debes recordar:
  • Consume aua segura. Hiérvela si la obtienes de la red de agua potable; si la adquieres embotellada, infórmate (en los sitios de noticias) si tu empresa proveedora no ha tenido problemas sanitarios. Más líquido perderás si es que no tienes precaución en este punto, y todo lo que lograste, podría venirse abajo.
  • A propósito, preferentemente ten tu propia agua a la mano.
  • Nunca te hidrates con agua helada ni muy fría. La norma es que esté más fría que la temperatura ambiente, lo que usualmente llamamos “agua fresca”.
  • Si consumes bebidas rehidratantes, tómate un tiempo para leer sus valores nutricionales (Nutrition Facts), y comprobar si no te provocará otro tipo de efecto que no desees.
  • Mientras más agua elimines, más agua debes tomar, especialmente si enfermas. Durante la producción de este artículo no hemos encontrado consenso sobre las cantidades específicas que debes tomar durante el día, y como cada organismo es un mundo aparte, vale la pena que consultes a un médico sobre tu propio caso, y de esa manera puedas organizar tu propia estrategia de hidratación. Probablemente debas tomar un vaso de agua por hora con el consiguiente incremento antes, durante y después de entrenar.
  • No esperes tener sed para beber. Especialistas coinciden que la sed es el alerta que lanza tu organismo para decir que está deshidratándose. Incluso si no sientes sed, bebe agua.
  • Aunque las bebidas alcohólicas tienen agua, la verdad es que las tienes contraindicadas (especialmente si estás tomando suplementos), pues tu híghado y tus riñones consumen más de prisa tus reservas de agua para compensarte. Además, las bebidas alcohólicas aportan grandes cantidades de azúcar, que estropean cualquier ciclo de entrenamiento.
Y como dijimos al inicio, el agua es buena por dentro y por fuera. Ya te lo contamos anteriormente: después de entrenar toma un baño con agua fría para estimular la circulación de la sangre.
En periodos de frío, el agua caliente es la tentadora forma de no obviar el baño diario, pero ciertos médicos han sugerido que acelera el envejecimiento de la piel.
En este punto, recuerda no desperdiciar agua mientras te bañes. Solo úsala para humedecer tu cuerpo y para enjuagar el jabón; pero eso de tener la llave abierta si no la requieres, desperdicia agua que incluso tú necesitarás en el futuro. Promueve esta conducta entre la gente con quien entrenas, y en el gimnasio al que acudes.

Y ya que entrenar genera ambientes llenos de gérmenes, antes de llevarte cualquier cosa a la boca, lávate bien las manos con agua y jabón (líquido, de preferencia). Una simple medida sanitaria de 20 segundos que evitará que pierdas más agua de lo que requieres al día.

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